Baby Samuelito.

Su nombre es Teresa y está esperando su tercer hijo. Ella me había elegido como su doula porque quería tener un parto natural, pero también estaba abierta a la posibilidad de una cesárea si fuera necesario. Admiraba su flexibilidad y confianza en su cuerpo, y sabía que haríamos un gran equipo. Empezamos a trabajar juntos al principio de su embarazo y la ayudé a prepararse física, emocional y mentalmente para el parto.

Tresa progresó rápidamente; antes de que nos diéramos cuenta, estaba completamente dilatada y lista para pujar. Empujó con todas sus fuerzas, gruñendo y gimiendo por el esfuerzo. La animé y animé, diciéndole lo increíble que estaba y lo cerca que estaba de conocer a su bebé. Le dije que escuchara su cuerpo.

Después de unos cuantos empujones más, el bebé de Teresa emergió al mundo, un hermoso y saludable niño con la cabeza llena de cabello oscuro y unos pulmones que podrían rivalizar con una sinfonía. Teresa lloraba lágrimas de alegría y alivio, y yo lloraba junto con ella. Fue un momento de puro amor.

Me quedé con ella, tomándola de la mano y susurrando palabras de consuelo y felicitación. También la ayudé a amamantar a su bebé por primera vez, lo cual fue una experiencia hermosa y emotiva.

Cuando llegó el momento de irme, Teresa me abrazó con fuerza y me agradeció por estar ahí para ella. Me dijo que no podría haberlo hecho sin mí y que se sentía empoderada y orgullosa de sí misma. Me sentí honrada y agradecida de haber sido parte de su viaje.